domingo, 1 de mayo de 2011

LAS CAMPAÑAS DE CORINTH

ABRIL– OCTUBRE 1862
1ª Parte
El Asedio de Corinth
4 – 30 de Mayo 1862


Dentro de la lenta estrategia ya configurada por el alto Estado Mayor Unionista de dividir el Sur por la mitad de su territorio, y aislarle del Oeste, (Plan Anaconda) se encontraba la conquista de los importantes núcleos ferroviarios de la Confederación, en conjunto con la ruptura de la línea del Mississippi. Es de destacar que, consecuencia de la tardía industrialización de los Estados del Sur, era también un desarrollo inferior de las líneas de comunicación mecanizada, que se había centrado sobre todo en el río, y que estaba más bien destinada a la exportación de algodón y ganado a las factorías del Norte, y a los puertos del Sur para su comercialización en el extranjero. Es de destacar, que muchos de los tramos que comunicaban grandes centros de población se limitaban a una sola línea ferroviaria, lo que dificultaba notablemente el transporte simultáneo de mercancías. Esta situación se agravó para el Sur con el estallido de la Guerra Civil, dado que imposibilitaba notablemente el transporte de fuerzas y suministros a los puntos estratégicos de su geografía.
Esta insuficiencia de medios motivaba la gran importancia estratégica de los núcleos y cruces ferroviarios, en mayor medida si cabe, por lo que su pérdida podía aislar regiones e imposibilitar su recuperación y el traslado de fuerzas suficientes para su mantenimiento o recuperación. El ferrocarril fue sin duda uno de los puntos débiles de la Confederación, y una de las causas de su falta de reacción ante los sucesivos descalabros que sufrió en el frente del Oeste. Y en la consideración de tal aspecto estructural, ha motivado que para muchos historiadores, la de Secesión sea considerada como una de las primeras guerras modernas.

Corinth, población estratégica.
Ciudad de Corinth en 1862
En 1862, la ciudad de Corinth era una pequeña población de Mississippi de no más de 1.200 habitantes, perteneciente al condado de Tishomingo, y a no más de tres Km de la frontera con el Estado de Tennessee. Surgida a raíz de la construcción del ferrocarril en 1850, en su suelo confluían los ferrocarriles de Richmond con Nashville, así como New Orleáns con Chicago; es decir, era el centro de conexión entre el Este y el Oeste de la Confederación, así como el punto natural de concentración de tropas del ejército rebelde en el Oeste de Tennessee, si se quería mantener la iniciativa en el Teatro Occidental de la guerra.
Si bien la población se había pronunciado en contra de la Secesión, muy pronto se vio envuelta en la vorágine del conflicto. En Marzo de 1862, sobre la misma confluyó el grueso de las fuerzas que conformaban el Ejército de Tennessee, bajo el mando del General Albert S. Johnston. Este se preparaba para lanzar un contraataque contra el Ejército Federal de Tennesse en el Sudoeste de este Estado, para intentar contrarrestar la caída de los Fuertes confederados Donaldson y Henry, y la pérdida del Valle del Tennessee y sus recursos.
Hombres de Alabama, Mississippi, Louisiana y Kentucky se reunieron en una de las mayores concentraciones de tropas que se habían visto en aquel país hasta aquel momento, y marcharon hacia el Norte, en busca del enemigo.
Shiloh se encuentra a apenas 16 millas de Corinth, y es bastante probable que sus habitantes les llegaran las noticias de la  batalla desarrollada allí entre el 6 y el 7 de abril, la más sangrienta hasta dicha fecha, y la que anunciaría el tipo de guerra que se iba a combatir desde entonces. Es de suponer, que atenderían a los trenes de heridos que llegaron desde el frente en días posteriores, así como temerían que a, no más tardar, la línea del frente llegaría hasta la puerta de sus casas. No se equivocaban.

Los Mandos

Pierre Gustave Beauregard
Tras la derrota de Shiloh, toda la estrategia confederada en el Teatro Occidental corría grave peligro de desmantelarse. Los intentos por retener los Estados Kentucky y Tennessee integrados en la Confederación dependían de que las fuerzas rebeldes consiguieran mantener la iniciativa en una zona en la que las fuerzas unionistas habían demostrado poseer más fuerza e iniciativa. Por otro lado, Van Dorn, comandante confederado del Distrito del Trans Mississippi, había sufrido una dura derrota en Pea Ridge en Marzo de ese mismo año, entregando a la Unión los Estados de Arkansas y Missouri. Lo que amenazaba las comunicaciones de la Confederación con sus territorios de Texas. Tras la muerte del general Albert S. Johnston en Shiloh, el maltrecho Ejército de Mississippi, fuerza principal en la zona que había quedado reducido a no más de 33.000 hombres, había quedado bajo el mando del general Pierre Gustave Beaurgard. 
De 44 años de edad, segundo en la promoción de 1835 en West Point, Beauregard era una de las grandes esperanzas de las fuerzas rebeldes. Había alcanzado una fama desmedida por la victoria alcanzada en Fort Sumter, y él mismo se atribuía, en disputa con Joe Johnston, la victoria de Mannassass, la primera batalla campal de la Guerra. De origen aristocrático y carácter altivo según algunos de sus compañeros de armas, a pesar de tener un talento indiscutible para la propaganda personal, era absolutamente incapaz de mantener relaciones fluidas con muchos de sus colaboradores, superiores o sus mandos subordinados, lo que le granjeó profundas enemistades, entre ellas las del propio presidente confederado Jefferson Davis, lo que le condenó al ostracismo durante gran parte del conflicto.


Earl Van Dorn
 
Su figura pública se vio en entredicho a raíz del escándalo de las comunicaciones al Departamento de Guerra confederado durante la batalla de Shiloh. Baeaurgard había informado que la batalla había sido una gran victoria el 6 de Abril, y no informó de la derrota del día 7 de Abril. A dichas críticas, Beauregard respondió que no pudo enviar un informe detallado de la batalla, toda vez que, en el Ejército de Mississippi, los mandos de los cuerpos y divisiones no remitían informes diarios sobre sus respectivas unidades al Estado Mayor. Lo cual era, por otro lado, absolutamente cierto. El hecho de que dichos mandos hubieran sido en muchos casos concedidos “a dedo” por políticos o gobernadores de Estado, así como por el propio presidente, hacía que los Generales y Brigadieres sintieran mayor fidelidad hacia aquellos, y que les informaran directamente, saltándose casi siempre la cadena de mando, con alguna excepción en los casos de oficiales de carrera militar.

Bajo el mando de Beauregard se encontraban Polk, dirigiendo el 1º Cuerpo (CE), Bragg el 2º, Hardee del 3º y Breckinridge con el cuerpo de Reserva, del tamaño de una División. Al propio Van Dorn se le había ordenado reforzar a Beauregard con su Ejército del Trans Mississippi de cerca de 17.000 hombres, y ponerse bajo el mando de éste.
Earl Van Dorn era un general con semejantes dotes para la autopropaganda que Beauregard, si bien era más apreciado por los hombres bajo su mando. De 42 años, orginario de Mississippi, no había destacado en la promoción de 1843 de West Point, a la que pertenecía habiendo quedado el 53, de 56 cadetes. Impulsivo y emocional, cuidaba siempre su imagen acorde con su personalidad poética y romántica. Era conocido como escritor y por su desordenada vida amorosa más que por sus dotes militares en las que contrastaba una valiente y, a veces irracional acometividad, con periodos de inactividad en los que era imposible moverle a la acción. 


Henry Wager Halleck
Al otro lado de la colina, y al mando de la poderosa fuerza de 125.000 hombres que componían el Ejército de la Unión, se encontraba el General Henry W. Halleck, de 47 años de edad, y 3º en la promoción de 1837 de West Point. Puesto al mando del Departamento de Missouri, había permitido la decisiva victoria unionista en el Oeste en Pea Ridge, por lo que se le confirió por Washington el mando supremo de la fuerzas federales en el Departamento de Mississippi. Bajo su mando tenía tres poderosos cuerpos de combate que habían sido fogueados con notable éxito en los últimos meses, y cuya última experiencia había sido la sangrienta batalla de Shiloh, en la que habían sido muy dañados sin quebrantar, sin embargo, su espíritu de victoria. Dicha fuerza armada, combinaba las tropas del Ejército de Ohio comandado por D. Carlos Buell, en el centro de la línea. En el ala derecha, el Ejército de Tennessee, bajo el mando del belicoso Goerge H. Thomas, y el ala izquierda lo cubría el Ejército de Mississippi, comandado por John Pope. Era un militar combativo, muy respetado por sus tropas y sus hombres, así como por el gobierno de Lincoln. Su capacidad organizativa y para la administración, reconocida por todos, contribuyo al levantamiento de los ejércitos del Oeste que tan buenos resultados dieron con posterioridad en manos de Grant, Sherman o Thomas. Pero, en el campo de batalla, era un comandante cauteloso hasta el exceso; sus órdenes eran en muchos casos confusas, y la sorpresa de Shiloh hizo que temiera realmente la capacidad de reacción del ejército enemigo por encima de las posibilidades reales de éste.

U. S. Grant
Como segundo al mando de este grupo de ejércitos que se dio en llamar Ejército de Cumberland se encontraba el General U.S. Grant, que por aquel entonces empezaba a adquirir cierta celebridad, gracias a la toma de los fuertes Donelson y Henry, pero que se había visto empañada en gran medida por la sorpresa sufrida por los hombres bajo su mando en Shiloh. Acción que pudo convertirse en una debacle y que gracias a su iniciativa, se transformó en una victoria defensiva. A pesar de que se levantó el bulo de que en el momento del ataque se encontraba borracho, algo absolutamente falso dado que Grant no bebió una gota de alcohol durante toda la guerra, contaba con el apoyo incondicional de su superior, el general Halleck, y de todo el escalafón.

La Campaña
La retirada de Shiloh por parte del Ejército Confederado se produce organizadamente, dado que las tropas de la Unión no iniciaron persecución alguna contra el enemigo. De las fuerzas de Beaurgard, tan sólo queda protegiendo la retaguardia el Cuerpo de Ejército de Breckinridge, del tamaño de una división, que se acantona en Mickey House, a tres millas de Shiloh, hasta que la caballería rebelde suplanta a la infantería para proteger la retirada.
Pero Halleck no estaba dispuesto a realizar acciones precipitadas. Estaba más conmovido por el hecho de haber sufrido la sorpresa de Shiloh, y la capacidad de maniobra del enemigo, que aliviado por la victoria. Por otro lado, y tal y como era frecuente en aquel periodo de la guerra, los deficientes servicios de información del Norte, duplicaban habitualmente el número de tropas enemigas, lo que incrementaba la cautela de sus generales más tradicionales. Así, había iniciado una reestructuración del Ejército y un lento avance, protegiendo con todas las medidas posibles sus líneas de suministros, y atrincherando la retaguardia ante una posible nueva sorpresa.
Beaurgard por su parte, decidió esperar a Halleck en Corinth, considerando aquel punto un enlace estratégico de gran relevancia para las comunicaciones del Sur con el Oeste. Pero la defensa de la ciudad generaba la dificultad de que la misma se alzaba sobre un territorio pantanoso e insalubre, con escasez de agua potable. Según algunos historiadores, es Beaurgard el primer mando confederado que, por esas fechas, promueve ante el gobierno secesionista la fortificación de Vicksburg y otras poblaciones del Mississippi para intentar ralentizar el corte del Sur por el río, que se había iniciado con la conquista de New Orleans, y Fort Doneldson y Fort Henry,  ante la eventualidad de la caída de Corinth en manos nordistas.
Así, entre las actividad que desarrolla de reorganización, Beaurgard procede a elaborar una compleja línea de atrincheramientos en las tierras altas que se encuentran al norte de Corinth, en torno a 3 millas de la ciudad y de la vía ferrea Mobile-Ohio. Situa el ejército de Van Dorn a la derecha de línea, a su izquierda se encuentra el cuerpo de Hardee, seguido del de Polk, con Bragg defendiendo el ala izquierda del ejército confederado. La División de Brekinridge, queda en la retaguadia del dispositivo en la denominada Colina del Seminario, como unidad de reserva.
Así mismo, solicita a su gobierno el envío de refuerzos, acompañados de 2 generales, 4 brigadieres y un jefe de artillería. Por otro lado, promueve a Bragg a General de Cuerpo de Ejército y le pone al mando del Ejercito del Mississippi, para que Beaurgard pueda sostener el mando de las fuerzas confederadas combinadas con las tropas de Van Dorn. No son las únicas disposiciones que toma. Asciende al grado de coronel al capitán de caballería John H. Morgan, le pone al mando de dos compañías de caballería de Kentucky, y le comisiona para que realice una incursión por la retaguardia nordista, con la finalidad de destruir lineas de suministros, telégrafos, vías férreas, puentes, así como para que amplíe su unidad con alistamientos hasta alcanzar el tamaño de una brigada.

Atrincheramientos confederados y unionistas ante Corinth en 1862
Beauregard esperaba que, esta operación y la invasión del norte que por esas fechas llevaba a efecto el general Kirby Smith en Kentucky, así como las expediciones de los Coroneles Claiborne y Jackson en el mismo territorio, permitieran que Halleck distrajera gran parte de su fuerza ofensiva en proteger su retaguardia. El resto de la exigua caballería sudista se desplazó a la vanguardia para entorpecer el avance nordista. El 12 de Abril el gobierno le envía 6 Regimientos de Carolina del Sur como refuerzos, que para Beauregard son notoriamente insuficientes para suplir las bajas de Shiloh. (Es de destacar, que los regimientos americanos tenían el tamaño de batallones, y que en muy pocas ocasiones cubrían las plazas de la unidad, encuadrando en ocasiones entre 300 a 600 hombres)
El Ejercito Nordista avanza hacia Corinth
Mientras, el avance de Halleck continuaba pausadamente. El ejército nordista tardó un mes en cubrir las 16 millas que separan Shiloh de Corinth, y no fue hasta primeros de mayo que pudo considerarse iniciado el asedio de la ciudad. Si ese tiempo fue bien aprovechado por Beauregard para desarrollar las fortificaciones defensivas, también supuso para él la causa de la caída de la ciudad. En mayo, las condiciones insálubres de Corinth afectaron a las fuerzas combatientes, y especialmente al ejército confederado. Aumentó la temperatura y la humedad en la zona. Las raciones que suministraban a la tropa se componía tan solo de carne en salazón y galletas revenidas por las condiciones atmosféricas.
Si bien Beauregard destacó varias unidades al oeste del Mississippi para incautarse de ganado, verduras y suministros frescos, el Departamento de Guerra del Gobierno Confederado le ordenó que parte de los mismos fueran distribuídos entre otras fuerzas de la zona, y no sólo entre las unidades que defendían Corinth. En tales circunstancias su ejército fue víctima de una epidemia de disentería, que afectó tanto a soldados como a oficiales mermando la capacidad combativa de unas unidades ya castigadas.
Estación ferrobiaria de Corinth
Sin embargo, el general confederado estaba dispuesto a no facilitar demasiado las cosas al enemigo. Para ello ideó un contrataque contra las tropas invasoras, y en concreto sobre la izquierda de la línea nordista, defendida por el General Pope.

La Batalla de Farmington
El 3 de Mayo, Pope había conquistado con su Ejército de Mississippi la pequeña población de Farmington en el extremo derecho de la línea defensiva confederada. Si bien la posición había estado defendida por una pequeña fuerza de infantería y caballería sudista, y una batería incompleta, Pope había implicado dos diviones completas en su avance sobre el pueblo, que se encontraba en un promontorio rodeado de pantanos y lagos de agua estancada. Esta pequeña victoria había dado a Pope una excesiva confianza sobre sus posibilidades de avance en su frente, y en dicho movimiento sus fuerzas quedaron separadas del flanco izquierdo del general Buell, que con su Ejército de Ohio componía el centro del dispositivo nordista.
Cuartel General de Beauregard en Corinth 
Beauregard consideró que se le presentaba la oportunidad de envolver la fuerza de Pope, aislarle en Farmington y derrotarle por separado, igualando ligeramente las fuerzas contendientes, paralizando quizá temporalmente la iniciativa federal. El anochecer del 6 de Mayo los altos mandos del ejército sudista se reunieron en el Cuartel General del General en Jefe sudista para elaborar un plan de ataque.
Dicho plan implicaba a todas las fuerzas confederadas en el escenario de Corinth. El Ejército de Van Dorn atacaría el flanco izquierdo de Pope desde la derecha antes del amanecer del día 8 de Mayo, en un asalto nocturno lanzado con vigor que intentaría sorprender al enemigo, y empeñarle en combate cuanto antes.  Bragg, con dos divisiones, compondría el centro del dispositivo sudista y atacaría por la carretera de Corinth -Farmington, pero sólo cuando las tropas de Pope hubieran entablado combate cerrado con las de Van Dorn, intentando converger sobre su retaguardia. El general Hardee tenía la misión de cubrir las fortificaciones dejadas vacantes por las tropas de Van Dorn y Bragg, defendiendo la retaguardia de éstos. Polk lanzaría pequeños ataques de diversión en su flanco, para fijar las fuerzas nordistas y evitar que pudieran enviar refuerzos a Pope. Breckinridge ocuparía una posición central en retaguardia, destinada a apoyar los puntos en peligro en caso de contrataque federal.
Sin embargo, Van Dorn no tuvo tiempo sufociente para coordinar sus divisiones y situarlas en posición, y lanzó un ataque escalonado, horas después de la prevista para el inicio del asalto. Esto motivó que Pope se percatara del movimiento de flanqueo antes de que el ejército del sur pudiera cerrarle el camino, y retiró sus fuerzas de Farmington, situándolas unas millas en la retaguardia, tras el arroyo Seven Miles. A pesar de haber perdido el factor sorpresa, Bragg ordenó avanzar a sus unidades, consiguiendo que la División del General Ruggles entablara combate con dos brigadas unionistas que defendían la retaguardia de las fuerzas federales en retirada. La batalla fue enconada, hasta que los nordistas lograron zafarse y romper el contacto con los atacantes. Los nordistas sufrieron cerca de 350 bajas, frente a 310 de los confederados.
Beauregard recriminó duramente por el fracaso a Van Dorn, y a pesar de la conquista de la pequeña población de Farmington, los confederados decidieron evacuarla, dado que ya se encontraba muy alejada de las líneas defensivas de Corinth y la guarnición que la ocupara corría el riesgo de quedar aislada, sin aportar nada  a la defensa del cruce ferroviario.


La Evacuación de Corinth
La situación de los defensores iba empeorando a medida que el mes avanzaba. Según los informes de Beauregard, casi un 50% de la guarnición sufría los efectos del calor y la disentería. Halleck avanzaba paulatinamente sus posiciones en un frente de cerca de 10 millas de extensión.
Dentro de dicho avance, Pope, volvió a tomar Farmington el 18 de Mayo. Las densas lluvias de la temporada habían subido el nivel de los pantanos que rodeaban la aldea, por lo que, una vez más, el general nordista podía quedar separado por su flanco derecho del Ejército de Ohio. Beauregard volvió a concebir un plan semejante al del 8 de Mayo, para derrotar a Pope por separado. En esta ocasión, la intención era cortar los accesos de Pope por el Norte y el Oeste, para que quedara totalmente rodeado y sin posibilidad de evadirse de la trampa geográfica que suponía el pequeño pueblucho.
Una vez más, la cabecera del movimiento de flanco lo compondría Van Dorm. Este expuso las dificultades que tenian sus tropas para coordinar una maniobra de tales características, sobre todo en atención a lo deterioradas que se encontraban las unidades, pero Beauregard insistió en que elaborara un plan de ataque.
En principio, el contraataque estaba previsto para el 22 de Mayo, pero Van Dorm, llegada la fecha, solicitó una prórroga. El aplazamiento se solicitó también el 23 y el 24 de Mayo, ante la imposibilidad de reunir municiones y suministros suficientes para iniciar el ataque. El 25 de Mayo, Beauregard reunió en consejo a sus generales, y en él manifestó que había abandonado toda idea ofensiva contra las fuerzas atacantes, planteando por primera vez la idoneidad de la evacuación de Corinth. En dicho consejo se acuerda por unanimidad que es imperiosa la evacuación de la ciudad.
A los efectos de mantener la operación en el mayor secreto posible, y para despistar al enemigo en caso de filtraciones, Beauregard ordenó a los generales de división que mantuvieran a las tropas preparadas para la marcha, pero que no informaran de la retirada a sus respectivos Estados Mayores, hasta que la misma no diera comienzo. Por el contrario, debían dar la impresión de que las fuerzas se preparaban para iniciar una nuevo contraataque.
Falsa batería artillera
Beauregard elaboró un plan minucioso en el que indicó el desplazamiento de cada unidad, fijándose el inicio de la evacuación para el 29 de Mayo a las 03:00 h de la madrugada. Por motivos de organización, la retirada no se inició hasta el 30 de Mayo a la 01:00 h de la madrugada. Para engañar al enemigo, Beauregard dispuso que las posiciones y atrincheramientos que se iban abandonando paulatinamente,  fueran ocupadas por figuras de paja y madera que simulaban hombres y cañones.
Al tiempo, los trenes que trasladaban a los heridos y enfermos, entraban y salían de la ciudad con potentes pitidos y estruendo de máquinas, a la par que los soldados que se apelotanaban en la estación lanzaban el "grito rebelde" a la llegada o partida de cada convoy. Se trataba de confundir a los unionistas con la impresión de que llegaban nuevos refuerzos a la guarnición de la ciudad.
Al amanecer del 31 de Mayo, la fortaleza de Corinth estaba vacía, sin que se percataran las fuerzas enemigas. La retirada continuó hasta Baldwin, a 35 millas del nudo ferroviario, donde los confederados formaron en orden de batalla, esperando la persecución de las tropas de Halleck. El 7 de Junio todavía no había rastro de las tropas nordistas. Ese mismo día, las fuerzas rebeldes continuaron hasta Tupelo, a 52 millas de Corinth, a la que llegaron el 9 de Junio, donde dieron por concluída la retirada.
Nunca antes en la Historia americana se había llevado a efecto una evacuación técnicamente tan brillante, y tan efectiva en cuanto a sus resultados, dado que no implicó siquiera el sacrificio de ninguna unidad para cubrir la retaguardia. Sin duda, Beauregard había salvado su Ejército de una campaña que era imposible ganar, por las circunstancias con las que le había tocado luchar, más que por sus propias limitaciones.
Sin embargo, la propia naturaleza de su carácter, la animadversión que sufría por parte de sus superiores tanto como por sus subordinados, motivaron que nadie apreciara realmente la operación en todo su valor.
Se calculan las pérdidas sufridas por los contendientes durante los combates secundarios y escaramuzas de toda la campaña, en unas mil bajas por cada bando. Si bien Beauregard, calculaba que sus fuerzas habían quedado reducidas  a 45.000 hombres por causa de la enfermedad.

Valoración
De hecho, ambos gobiernos quedaron insatisfechos con la primera campaña de Corinth. A Beauregard se le recriminó el haber abandonado un nudo de comunicaciones cuyo mantenimiento era vital para el sostenimiento de la Confederación en el territorio, sin haber plantado cara y sin un combate en regla. Poco después de la retirada, se realizó por el Departamento de Guerra una investigación sobre los motivos que la habían propiciado, y si bien no se abrió causa contra el general, se le apartó del mando del Oeste, comisionándosele para que se encargara de la planificación y desarrollo de la fortificaciones de costa Sur-Este, tardando años en en volver a dirigir tropas en combate en un frente principal.
Por su parte, Lincoln deploró sobremanera que Halleck hubiera dejado escapar prácticamente intacto a un enemigo que estaba derrotado, a pesar de que reconoció la importancia estratégica de la conquista de Corinth. Así, Memphis no tardaría en caer en manos nordistas, y el frente confederado en el Valle del Mississippi se desplazó varias millas al Sur. Pero, las fuerzas rebeldes habían logrado preservar su fuerza y espíritu combativo, lo que permitió alargar el conflicto en el Oeste tres años más.

José I. Martínez Ruiz