miércoles, 28 de noviembre de 2012

LA ULTIMA CARLISTADA EN EL VALLE DE TOBALINA (NORTE DE BURGOS)


Guerrillero carlista leonés Angel San Román 1869
Aunque para los historiadores, la última Guerra Carlista (1872-1876) tuvo menor repercusión en Castilla que la precedente, no deja de ser cierto que tuvo un formidable impacto en el Norte de Burgos, y por tanto en los Valles de Mena, Losa, Tobalina, y toda la cuenca Norte del Ebro. Si bien, el territorio controlado por las tropas del pretendiente se estableció sobre todo en el País Vasco y Navarra, en el Proto-Estado creado por Carlos VII durante el conflicto se fundaron administraciones fijas que se establecieron con una cierta estabilidad en representación de la zona castellana, que gestionaban la actividad bélica en el territorio.
Así, en el 1874, en el periodo de máxima expansión de las fuerzas carlistas, éstas llegaron a establecer su Real Junta de Castilla en Medina de Pomar, bajo la presidencia del Excmo. D. Eugenio Albarellos. Sin embargo, la imposibilidad de mantener la seguridad de dicha administración por no haber fuerzas suficientes para sostener el territorio circundante, hizo que la misma se trasladara al poco a Orduña, donde mantuvo su sede hasta Febrero de 1876, fecha en la que terminó la guerra.
La pérdida de Medina no evitó, sin embargo, que el conflicto continuara por los valles mencionados, sobre todo por la proximidad del frente, constituyendo los mismos una verdadera retaguardia del Ejército gubernamental. Las acciones que se desarrollaron desde el traslado de la Junta a Vizcaya, fueron fundamentalmente incursiones sorpresivas (hoy las llamaríamos “operaciones de comandos”) en poblaciones sin guarnición, o atacando aislados destacamentos enemigos, y llevadas a cabo por pequeñas partidas. Sus misiones eran las de hostilizar los convoyes de suministros o de contribuciones del enemigo, hacerse con fondos municipales que eran enviados a la Junta para la financiación del ejército, el sabotaje de instalaciones de retaguardia (ferrocarriles y telégrafos) o la saca de mozos de los pueblos, que eran escoltados hasta el campo carlista para incorporarse a filas.
La Guardia Civil combatió a las guerrillas carlistas en retaguardia
Especial relevancia adquirieron las partidas de Sebastián Campos, Ruperto Blanco y Manuel Arce. Su actividad por la zona fue tal, que se creó una columna de operaciones en el Valle de Tobalina, dirigida por el comandante de la Guardia Civil Juan María Honorato, conformada por dos compañías del Regimiento de Zaragoza, una compañía de la Guardia Civil y un escuadrón de Albuera, destinada a contener sus ataques. Esta unidad tenía el apoyo ocasional de la contraguerrilla del Capitán Gordejuela, centrada en Villarcayo. Una considerable fuerza de retaguardia, por tanto que, ocasionalmente, se acantonaba en Frías, que acredita la importancia de la insurgencia.
Mayor relevancia tuvo el Capitán carlista Benito Vitores Pérez, originario de San Asensio (La Rioja), pero residente en Miranda de Ebro, el cual, tras haber realizado actividades como agente carlista en Vitoria al comienzo de la guerra, combatió en las unidades regulares de la División de Castilla en la Batalla de Montejurra y en el Sitio de Bilbao. Finalmente, desarrolló numerosas operaciones de infiltración de gran impacto, como la destrucción de cuatro locomotoras en la estación de Miranda de Ebro, la toma de Belorado (Sep. 1874), la acción de Puente Pangua (Oct 1874) o la destrucción de 10 kilómetros de instalaciones de las telegráficas que comunicaban  Medina de Pomar y Madrid (Sept 1875), corte que efectuó en el trayecto que las mismas tenían por el valle de Tobalina. Siempre atacando desde territorio carlista, y haciendo uso frecuente del vado de Tobalinilla, fue condecorado por Dorregaray, por la eficacia magistral de sus operaciones. Sin embargo, sufrió algunos reveses de importancia, como en la acción empeñada ante el Capitán Gordejuela en Octubre de 1875, y en Trespaderne en Noviembre de 1875, cuando la guerra daba sus últimos coletazos.
Guerrillero carlista mirandés Vitores Pérez
Los estertores finales de la misma se vivieron en Tobalina cuando el comandante Honorato aniquilaba prácticamente a las partidas de Campos, Arce y Blanco en la acción de Herrán en Enero de 1876, en la que murió el primer cabecilla. Comunicaciones internas del ejército alfonsino hablan de que las que fueran flamantes compañías castellanas, no eran ya si no grupos de hombres enfermos, hambrientos y apenas armados. Por su lado, Vitores se integró de nuevo con en el ejército regular carlista, participando en la defensa de la Peña de Orduña contra el avance del General liberal Quesada en Enero de 1876, y exiliándose a Francia con los batallones castellanos que escoltaron a Carlos VII cuando cruzó la frontera.


Jose Ignacio Martínez Ruiz






Bibliografía: 
- El Valle de Tobalina. Aut.: Inocencio Cadiñanos Bardeci. Ed.: Ayuntamiento del  Valle de Tobalina. 1986.
- Narración Militar de la Guerra Carlista 1869-1876. Aut. y Ed: Cuerpo de Estado Mayor del Ejército. 1884.
- Hechos del valiente gerrillero D. Benito Vitores Pérez. Aut.: D. Robustiano Bustamente y Peña. Ed.: Imprenta de Agapito y cía. Burgos 1892.




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